viernes, 29 de agosto de 2014

Tú no eres Dios, a mí no me engañas.

Amigo mío, Señor de los Cielos, Allah, Jahveh o cómo te llames, disculpa mi atrevimiento al dirigirme hacia ti tan directa y descaradamente, es que San Pedro no me hace caso y he decidido hablarte para poner claros unos asuntos que continuamente se presentan en mi cabeza. No sé cómo eres, qué o quién, sólo sé que muchos matan y mueren por ti y hablan de tu excelencia como una maravilla, algo de otro mundo, un regalo para nosotros, la mejor de las bendiciones posibles, quizá estés en tu trono con esa barba blanca que tanto nos gusta pintarte, incluso puede que seas de raza negra, como Morgan Freeman en la película Como Dios , ¿te imaginas?, sería asombroso, yo sería tu más ferviente defensor, no lo dudes. Pero al final, todo esto sólo lo sabes tú y quien te ha visto, pero, ¿quién lo ha hecho? Te aseguro que yo no y eso es algo que no me gusta nada, ¿por qué te escondes?, ¿por qué juegas?, ¿te crees más listo que nosotros?, no me hace ninguna gracia, ¡qué quieres que te diga!, te ruego que des la cara, no me gustan nada los cobardes. 

No dudo cuando dicen que has hecho muchas cosas bien, pero has metido la pata en muchas otras ocasiones, nos has dado razón y has hecho que nos creamos los más sabios del universo, algo que te va a hacer mucho daño, te vamos a tirar de las barbas... Puede que hayas visto lo que has hecho mal, tengas miedo y te escondas, puede que te dé vergüenza entablar una conversación, al fin y al cabo, has vivido siempre sólo y eso, creas que no, influye, amigo mío.


No voy a ser el típico que llore por lo que has hecho ni voy a insultarte ni amenazarte por ello, acepto tanto lo malo como lo bueno que has hecho que tenga en esta vida, acepto tu incompetencia, oh, arquitecto celestial, pero, ¡bah!, hay gente mucho peor, ¿de qué me voy a quejar yo?, ¿de qué soy moreno en vez de rubio o de que sólo mido 1.83 metros?, ¡Qué más da!, si al final voy a acabar como el resto, no te preocupes por eso.

¡Qué quieres que te diga!, hoy ya nadie cree en ti, hoy ya nadie te defiende y eso que marcaste muchas épocas, eres un gran personaje, el más famoso de la historia, nadie lo duda, un fenómeno de masas, sí, más que tu querido amigo Maradona, que es una dura competencia. 

Me duele tanto ver como la gente deja pasar su vida y no se para a realizar las preguntas más grandes que existen dentro de nuestra especie, ¿de dónde vengo?, ¿quién soy? y, ¿adónde voy? ¿Serás capaz de respondérmelas algún día?, te lo agradecería eternamente, limpiaría los baños de El Cielo sin cobrar un céntimo por ello, sin rechistar. De momento no eres capaz de nada de eso, no te expresas o te expresas mal, incluso puede que yo no te entienda, entonces tienes que perdonarme, no voy a arriesgar todo al negro o al rojo, la ruleta no es lo mío y no quiero perder tiempo ni dinero, no me la pienso jugar, prefiero vivir tranquilo y lo qué sea, que sea, aquí estoy sin problema alguno.

El día que me quieras decir algo, no tienes más que hacerlo, ya sabes donde estoy, quiero demostrar que eres real, pero no me dejas, ¡basta ya!, ¡para de jugar como un niño!, ¡deja de hacer el idiota!, ¿por qué no me dejas defenderte?, ¿por qué no me dejas argumentar fuertemente a tu favor?, ¿acaso no eres tan perfecto cómo te pintan?, ayúdame y yo te ayudaré a ti, deja de ser invisible, hazme caso, e intenta resolver algún problema, hasta que lleguemos a ese acuerdo, quizá debería dejar de llamarte Dios y llamarte dios o ser que se esconde; aparece en mis sueños o haz algo, ¡pero ya!, tienes muy poco tiempo, amigo.

Kierkegaard dijo en su tiempo, "si me nombras, me niegas", y razón no le faltaba, colocándote un nombre, te dotamos de una serie de connotaciones y características que no te permiten ser visto, percibido o entendido de otra manera ¿Acaso te estamos negando?, ¿acaso no eres tan grande como dicen?, te deberíamos cambiar el nombre porque, ¿de verdad tú eres Dios? La razón me dice una cosa, la experiencia otra, menudo conflicto, ¿a quién hago caso? Dímelo tú, no tengas vergüenza.

Después de todo, te deseo un buen día y no te olvides de dejarle un buen sitio a Peret, que acaba de morir, ¡hasta luego, jefe!


No hay comentarios:

Publicar un comentario