domingo, 17 de agosto de 2014

Alguien me dijo que silbar daba mala suerte.

Cierta persona me dijo un día que silbar era algo que traía malas consecuencias, algo que acercaba resultados negativos a cualquier acción que yo realizase, era un acto que no traía nada bueno consigo, pero que yo realizaba en numerosas ocasiones. Como con todas las cosas que me pasan, le di vueltas, pensé que, a lo mejor, esta persona tenía razón, ¿quién sabe?, ¿quién era yo para juzgar el conocimiento y la sabiduría de otro individuo? Quizás estaba en lo correcto, pero puede que no, aun con todo, me paré a reflexionar de forma detenida y obtuve un resultado que creo que es bastante satisfactorio.

Cuando realizaba el acto de silbar, antes de que este señor me hubiese dicho nada sobre el tema, no pensaba en que me podrían pasar cosas negativas, tampoco pensaba que podrían sucederme cosas positivas, no pensaba absolutamente en nada, normalmente, cuando lo hacía, era por la emoción que alguna canción, de la que no sabía la letra, generaba en mí. Creo que nos pasa a todos, siempre acabamos chiflando nuestro tema o pieza musical favorita, cosas que pasan, nada raro y nada malo. 


Dándole mucho a la cabeza, comencé a realizar un balance sobre los aspectos positivos y negativos que de alguna manera estaban presentes en mi vida, después de un tiempo pensando, llegué a la conclusión de que no tenía motivos para pensar que emitir esas vibraciones por la boca traía mala fortuna consigo, pero tampoco para pensar lo contrario, pues bien es cierto que en mi vida me han pasado una serie de cosas que no me gustaría que le pasasen a otro, cosas bastante negativas, que hacen daño, hacen sufrir, no son para nada agradables, pero también me han pasado una serie de otras tantas cosas que han sido sumamente positivas, aprovechables, que me gustaría que a todos le pasasen y que a mí me siguiesen pasando. 

Creo que tanto las cosas malas en mi vida como las buenas, están igualadas, equiparadas, ni mucho de unas ni poco de otras, prácticamente lo mismo, como se suele decir muy a menudo, una de cal y otra de arena, así ha ido mi vida y no tengo demasiados motivos para quejarme, claro que me encantaría que nunca me hubiese pasado nada malo y que todo me hubiese ido al dedillo, perfecto, pero no ha sido posible y por esto, me he parado a pensar, ¿si no silbase me hubiese ido bien siempre en mi vida?, ¿si no silbase estaría exactamente dónde y cómo quiero estar? No he sido capaz de responder esto, pero puede que estas preguntas tengan una respuesta lógica y sencilla, aunque puedo llegar a pensar que como he silbado a lo largo de mi vida, he tenido esos momentos malos y sino lo hubiese hecho, probablemente no los hubiese tenido, pero claro, cómo voy a viajar ahora al pasado y cancelar la primera orden que mi cerebro dio a su cuerpo de chiflar, creo que no es posible y puede que si lo hiciese, me hubiese ido bien siempre, pero no lo sé y prefiero no correr riesgos, no vaya a ser.

Ya un poco más reflexivo, ya un poco más bañado por la experiencia que la corta vida a la que estoy sujeto me va dando, me he parado a pensar que, de verdad, no hay que darle mucha importancia a esta acción, pues bien, me imagino un bebé que se muere a las pocas horas de nacer, no le ha dado tiempo de silbar y ha tenido la peor suerte posible, morir, desaparecer, no poder gozar de experiencias positivas en esta aventura que se le presentaba gracias a sus progenitores. Con esto delante no puedo darle la razón al amigo que me hizo esa advertencia, lo siento, pero con esto parece que metiste un poco la pata en el peor agujero posible, aun así, yo te tengo aprecio, pero, si silbar diese mala suerte, creo que yo ya estaría muerto...



No hay comentarios:

Publicar un comentario