lunes, 5 de septiembre de 2016

Obsolescencia monárquica

No hay que ser un lince para darse cuenta de que el derecho hereditario-sucesor mediante el cual diferentes personas acceden a un trono o reinado no es más que una derivación del derecho divino o providencialismo para justificar el mismo asunto. 

Un individuo x, hijo de y, que ha sido rey del país p, accede al trono por eso mismo, por ser hijo de y. Y accedió al trono por ser hijo de z, y z por ser hijo de a. Todos estos reyes forman parte de un noble linaje, un linaje o línea sucesoria elegido desde un primer momento por las deidades de turno. Las divinidades, sean una o varias, son quienes, en un principio, escogen a las familias que van a gobernar al resto de personas. Y el primer escogido dirá: yo soy el elegido y mi familia os dominará. Esto ha sucedido en gran cantidad de ocasiones, pero no tenemos ningún tipo de evidencia de que los dioses elijan a los gobernantes en la tierra, y aunque fuese así no tendrían porque elegir de forma adecuada y justa a los mismos, sino que podrían equivocarse.



La monarquía se ha ido descafeinando a lo largo de la historia. Desde un absolutismo total en el que toda acción del rey estaba justificada por derecho divino, pues Dios era quien daba potestad y capacidad al monarca para hacer lo que pretendiese hasta un mero simbolismo antieficiente que encontramos en países como España. Pero, aún así, sigue viva, y esto a algunos nos hace pasarlo realmente mal por varios motivos distintos: Primero, no tenemos evidencia alguna de que un grupo de dioses hayan elegido a una familia para gobernar al resto; segundo, si esto fuese así, ¿por qué tendríamos que hacerles caso cuando sus decisiones nos van a afectar directamente a nosotros y no a esas divinidades?; tercero, los dioses han podido confundirse en su elección; cuarto, hacer que la vida de los seres humanos dependa todavía más de decisiones y factores externos es demasiado peligroso. Si nos equivocamos nos equivocamos desde nosotros mismos.

En la zona de Israel, hace cerca de 3000 años, el pueblo escogía a sus líderes. Su mandato se sometía a la voluntad popular. Y todos esos pueblos o tribus eran especialmente religiosos. Algunas ramas del islam suní eligen a sus líderes o gobernantes sin ningún tipo de alusión al factor divino. El propio Vaticano elige a su máximo representante, el Papa, por una decisión y un consenso aristócrata, sin que su derecho de gobierno proceda del cielo; ¿por qué nos empeñamos en algunos países en seguir manteniendo esta estructura gubernamental que no hace más que fomentar un vasallaje y una opresión simbólica?, ¿por qué nos negamos en aceptar el avance en la política, la ética y la ciencia y seguimos defendiendo estructuras que deberían estar totalmente olvidadas? 

Como escuché más de una vez:  habrá rey, mientras haya vasallos.