lunes, 28 de julio de 2014

La perfección de esta maravilla y la maravilla de la perfección.

El mundo, ese lugar tan preciado por cualquier criatura existente; el mundo, esa extensión que combina tristeza a mares y alegría a borbotones. Un sitio que no pide nada, un conjunto de cosas que obran de manera desinteresada, el mundo, ¡qué maravilla! El agua chorreando en una cascada, los ojos de un tigre, la grandeza de un elefante, la elegancia de una jirafa, la sabiduría de un viejo león, la velocidad de un guepardo, la potencia de un tiburón, la magnitud de una llanura, la forma de un valle, la firmeza de una montaña, la humildad de una hormiga, la prepotencia de una superestrella, el colorido de una galaxia, la debacle de una lluvia de meteoros, el resplandor de un astro, el mundo, el universo, el espacio inmenso, ¡qué perfección!

Quizá estemos ante el único mundo que haya existido, existe y existirá, a pesar de diferentes teorías que afirman que lo que percibimos es fruto de una mera ilusión o de una mala percepción sensorial, ¿sería capaz el mundo de crear algo para engañarse a sí mismo? Esta pregunta puede ser repugnante para muchos, pues el universo hoy conocido no es más que el resultado de diferentes combinaciones azarosas, las cuales proceden de otras de la misma esencia y las cuales se dan por arte de magía, por pura suerte. Piensen una cosa, cuando afirman que el mundo ha surgido por azar o fortuna de la nada; si antes que el universo no existía nada, no existía la existencia, valga la redundancia para que sea más comprensible y llamativo, y , por tanto, no existían sucesos de ningún tipo, ni posibles, ni imposibles, ¿cómo es posible que exista la suerte antes de cualquier suceso al que se le pueda aplicar?


Para los que intentan caer en el pesimismo al hablar de lo grandioso y magnífico que es todo lo que nos rodea, les diré que la vida es mucho más fácil cuando no hay nada de por medio, ni barreras ni ningún tipo de ser paranormal y que lo difícil sería mantener una postura respetuosa con todo lo demás, a pesar de que no exista ningún tipo de diseñador o fin en este designio ciego. Demostrar lo anterior es imposible y es el simple fruto de una teoría, pero demostrar lo contrario también lo es, entonces, ¿qué escogemos?

Para los que se bañan en optimismo al hablar del mismo tema, todo es más fácil cuando existe un diseñador de por medio o alguien arriba que dispone y manda, que dice lo que tenemos que hacer, pero , ¿y sí el diseñador está equivocado?, ¿acaso el ser humano, aun al ser supuestamente mucho más imperfecto que este ser, no puede realizar un razonamiento sobre algún aspecto más desarrollado que el anterior? Bajo mis humildes y dañadas lentes racionales, la respuesta es que sí, ya que, pensándolo profundamente, nadie es perfecto y Dios es un perfecto ejemplo, ya que si fuese tan grandioso, nada se le escaparía y, lamentablemente hay cosas que, sí, se le escapan y mucho.


Creo que ni el mejor y más grande ser deja de apreciar esta completísima y puntillosa obra, pues a cada rincón que miremos, a nada que alcemos la mirada, vemos que hay algo que se escapa a nuestra comprensión, hay algo más allá de todo este milimétrico entramado, algunos lo llaman Dios, otros azar, otros ni nombre le ponen, muchos se asustan y dejan el tema aparcado; pero, lo que sí, es que esa cosa, sea el azar, capaz de crear máquinas cuasi-perfectas ciegamente y de repetirlas e incluso mejorarlas, o sea Dios, capaz de hacer lo mismo pero gracias a su poder y de forma consciente, es lo mismo que ha hecho que todo exista, es algo realmente misterioso, algo mágico no quepa duda, ¿qué es mayor en la escala de milagros?, ¿qué el azar roce la perfección o que lo haga la obra de un ser inteligente?


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