jueves, 3 de julio de 2014

El problema es que no existe ningún problema.

Desde tiempos inmemoriales, el ser humano se ha diferenciado del resto de animales; por supuesto, tiene dos brazos y dos piernas, camina erguido sobre ellas y goza de una profunda capacidad intelectual y comunicativa. ¿Cuándo hemos dado ese salto? Es muy atrevido decir que somos mejores que los animales, no cabe duda, pero tenemos algo, Dios sabe qué, que nos hace sentirnos así y que por momentos nos hace, incluso, hasta serlo. Quizás una mente ordenadora y caprichosa ha introducido en nosotros una serie de capacidades para así serlo, quién sabe. A pesar de todo, hemos de aprender bastante de nuestros compañeros de hábitat, demasiadas lecciones les quedan por darnos, bendita superioridad la nuestra que nos permite apreciar las desventajas que tenemos sobre el resto. Quizás una de nuestras más preciadas características sea la de aprender de los errores de la forma más dolorosa, errando y volviendo a errar. Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, yo no tropiezo en tan pocas ocasiones, puede que lo haga unas quince o veinte, pero, al fin y al cabo, en un momento u otro, provocado por mi reducida lucidez, apartaré la piedra del camino y continuaré con mi ruta, sin tener que alejarme de la piedra o cambiar mi dirección; pequeña desventaja, aunque bien enfocada es una enorme ventaja.


Maldito egoísta y caprichoso al que se le ocurrió permitirnos existir, nos ha obligado a estar continuamente quitándonos piedras de los zapatos y de los caminos por donde pasamos. Que sencilla es la vida de una planta, que cómoda, sutil y envidiable parece; me encantaría ser una roca, observando impasible las idas y venidas del Sol, y percibiendo como todo a mi alrededor crece y se desvanece en ese proceso tan maravilloso que es el de la vida. El viento golpeándome suavemente y yo, un guijarro, testigo mudo de todo lo que acontece; pero he ahí el problema, la mudez. ¿Para qué saber cosas sino podemos transmitirlas? Ya no me refiero a transmitir a los demás, sino a nosotros mismos, seríamos mudos tanto para hablar como para pensar, a pesar de esto, bendita y sencilla vida vegetal, sin preocupaciones, sin dolor y sin estrés. 

Si fuese una roca, seguramente querría ser un humano y ahora que soy lo último, quiero ser lo primero, cosas que pasan, cuando se tiene una cosa se quiere otra y viceversa. Realmente no tiene sentido, pero así es, quizá evolucionar no sea tan bonito como lo pitan y las cosas por ser complejas no van a ser mejores, muchas veces, cuanto más sencillas, más beneficiosas. Somos expertos en complicarnos la vida, si los primeros utilitaristas levantasen la cabeza...

Puede que el peor problema de nuestras vidas es que no haya ningún problema o que no haya nada que nos empuje a actuar, cuando tenemos inquietudes o problemas de diferente tipo, cuando tenemos necesidades, es cuando damos la talla y el do de pecho; una vida sin problemas no merece la pena ser vivida, siendo humanos, por supuesto, si fuésemos piedras, sería fabuloso, pero no lo somos. Problemas venid a mí, me encantan los retos, y si pueden ser difíciles mejor, le dan sentido a mi vida. El verdadero sentido de la vida no es estar informado, sino vivir el misterio, el misterio de no saber cómo solucionaré mis conflictos o el de la incertidumbre que el futuro trae consigo. No conocemos el sentido de la vida y debemos encontrarlo para que así exista.


No hay comentarios:

Publicar un comentario