lunes, 6 de octubre de 2014

Imaginen que caminan por la playa...

Imaginen que uno de ustedes camina por la playa en un día soleado con un paso lento y relajado, sintiendo como la arena se introduce entre los dedos de sus pies y como la brisa golpea su cuerpo y cabello. Hace un día espléndido y únicamente ustedes están en esa playa, nadie les molesta y nada puede impedirles que pasen un rato agradable, respiran sintiendo como un aire puro y fresco entra en sus entrañas y sienten como si estuviesen en uno de los mejores lugares en los que el ser humano puede estar, la confortable y agradable playa.

Mientras usted camina, divisa un objeto brillante incrustado en la arena, no demasiado lejos, se acerca y observa que ese objeto tiene agujas, que tiene una capa externa de color dorado y que en su interior puede apreciar una serie de números desde el 1 hasta el 12. Las agujas más pequeñas, no cesan de girar y usted se pregunta cómo es posible que eso suceda. No hace más que escuchar un tic-tac continuo y un movimiento constante de la aguja pequeña, el segundero y uno no tan rápido de la mediana, el minutero, estando la más grande detenida, el horario. No creo que usted considere que esas agujas se mueven por azar o capricho o que ese objeto de suma perfección milimétrica ha sido creado por el golpeo de las olas en la arena, o es parte del desprendimiento de una roca y gracias a los golpes del mar se ha convertido en esa pequeña y maravillosa máquina. Lo primero que pensará, aparte de sentirse enormemente asombrado al ver ese artefacto, es que, quién sabe qué y cómo, alguien lo ha creado.


Para William Paley, filósofo y teólogo británico que vivió entre los años 1743 y 1805, la naturaleza era como un reloj o como un cuadro. Al verla y apreciar su majestuosidad, al percibir la complejidad mediante la que se rige, no podemos pensar otra cosa sino que es obra de un autor inteligente, el cual la ha establecido de la mejor manera. A nadie se le ocurre que un reloj o una casa han sido construidos por obra y gracia del azar, pues para este pensador, la naturaleza tampoco podría ser resultado de la diosa fortuna. Como dijo Hoyle, "¿quién predice que el universo no es una obra planeada?, ¿es realmente el universo la manifestación de un orden inteligente preestablecido?" 

¿Ustedes qué creen?, ¿El intelecto creó todo cuanto existe? ¿O la pura suerte creó al intelecto? Tengan buenas noches.




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