miércoles, 20 de marzo de 2019

H.G. Wells: La Máquina del Tiempo y el Historicismo

En 1944 el conocido filósofo Karl Raimund Popper publicaba el pequeño opúsculo La Miseria del Historicismo. En dicha obra criticaba duramente toda teoría basada en los principios del Historicismo, el cual veía como génesis de gran parte de los males que asolaban a la humanidad en el tiempo en que vivió.

Pero, ¿qué es eso del Historicismo? Según el propio autor consiste en la presunción básica de que existen unas leyes inexorables que rigen el comportamiento de los seres humanos en sociedad y que explican todos los cambios que se producen en su historia. A su vez, Popper mantenía que esta postura era enormemente peligrosa, pues podía librar al ser humano de responsabilidad moral, ya que dicha legalidad histórica serviría para justificar en todo momento su comportamiento, con lo que crímenes de guerra, asesinatos y demás tropelías serían vistas como algo completamente necesario y normal.



49 años antes de la publicación de la obra de Popper sale a la luz una novela que desafía por completo las nociones convencionales acerca del tiempo y la física. Es La Máquina del Tiempo (1895), una de las producciones literarias más conocidas de Herbert George Wells. Este escritor, nacido en Bromley (Reino Unido) en 1866, destaca fundamentalmente por su labor en el género de la ciencia ficción, siendo uno de sus pioneros.

Por su parte, Wells era un convencido socialista y en todas sus obras existe, entre otros muchos, un objetivo de crítica con respecto a la situación política que le tocó vivir. Por otro lado, y dada su formación científica, fundamentalmente en el área de la Biología, el escritor británico abarrota sus obras con escenas impregnadas de problemas y cuestiones científicas que dan lugar a profundas reflexiones acerca de los fundamentos de dicha disciplina y la posibilidad de conocimiento que nos pueda otorgar, así como de sus límites y su relación con la ética. Un claro ejemplo de esto puede apreciarse en su novela La Isla del Doctor Moreau (1896).



La Máquina del Tiempo es una de las obras de ciencia ficción más conocidas de todos los tiempos. Se han producido varias adaptaciones cinematográficas a lo largo de los siglos XX y XXI, destacando la realizada en 2002 por su bisnieto Simon Wells. Aun siendo enormemente interesantes todas ellas pretendo que nos quedemos con la trama fundamental de la novela de 1895, la original que brotó del puro ingenio de H.G. Wells.

 Así, pues, la historia que el escritor británico nos cuenta viene a ser en sus líneas fundamentales la siguiente: Un científico y profesor de universidad de física presenta una profunda obsesión con los viajes a través del tiempo, los cuales considera posibles. Este es un personaje disgustado e invadido por el tedio por causa de la sociedad en la que vive y las convenciones y convicciones de la misma. Esto, en cierto modo, lo lleva a aislarse y a trabajar con empeño para tratar de convertir en algo real el sueño que tiene entre ceja y ceja: construir una máquina para viajar a través de las épocas. Después de una enorme cantidad de tiempo y esfuerzo invertidos el protagonista de la novela consigue confeccionar una máquina del tiempo y viajar tanto hacia el futuro como hacia el pasado.


Luego de sus viajes reune a destacados miembros de la comunidad científica para darles a conocer su historia y su testimonio de la vida futura, así como para advertir de los problemas en los que derivará la humanidad si sigue comportándose como hasta ahora. Este viajero se encuentra con que en el mismo lugar en donde él habita miles de años después existe una sociedad completamente polarizada. 

Por una parte, se encuentra con los Eloi, quienes son descendientes directos de la burguesía y las clases pudientes de su época, los cuales únicamente viven para el disfrute sin ningún tipo de preocupación, y que, a su vez, son completamente inútiles, pues no tienen ninguna capacidad de reflexión ni tampoco poseen conocimientos técnicos o históricos, y mucho menos presentan atisbo de responsabilidad moral. Son individuos que se entregan al placer de la comida, el ocio y la reproducción y que no saben hacer absolutamente nada, llegando al punto de que no son capaces de comprender, ni siquiera de plantearse, de dónde procede la comida de la que se alimentan.

Por otro lado, se encuentra con los Morlock, los que descienden del proletariado actual. Estos viven bajo tierra y son los que poseen toda la industria. A su vez, poseen conocimiento técnico y trabajan como autómatas, cosa que los Eloi no hacen ni por asomo. Su alimento son los habitantes de la superficie, es decir, los Eloi, a los cuales cazan con regularidad.



Como dije con anterioridad la obra de Wells es completamente intencionada y está cargada de un tinte crítico acerca de la política y la deriva de la sociedad enorme. Este autor, como dije también, socialista, estaba descontento con el actual modo de vida de su sociedad, pues veía que el desarrollo moral no acompañaba al desarrollo científico, lo que podría causar un descontrol enorme, ya que era posible que todo lo que fuésemos generando a través de la actividad científica descarrilará completamente por no saber hacer un uso responsable de ello.

Así, las máquinas podrían tomar el control, podríamos sumirnos en guerras que devastasen casi por completo la vida en el planeta, generar cantidad de desastres naturales. Por otro lado, a Wells también le preocupaban la polaridad que existía en la población de su época y el sometimiento que esto conllevaba hacia una clase social, a saber: la trabajadora. Así, la burguesía mientras poseía el control de los medios de producción se enriquecía a través del trabajo de los proletarios, quienes vendían su tiempo y esfuerzo por un salario para poder subsistir.

En relación con esto, parece que Wells veía su evolución como Hegel presentaba a través de la conocida dialéctica entre amo y esclavo. El amo, para el alemán, era el que tenía capacidad de imponer su voluntad sobre el esclavo y conseguía que trabajase para su satisfacción. El esclavo era el que poseía una voluntad más débil y el que trabajaba para el amo. Esta situación llevaba a que el amo se acomodase y se olvidase de trabajar, lo que lo convertiría en un inútil, haciendo que ya no domeñase la situación, pues su subsistencia dependía completamente del esclavo, quien poseía la capacidad de trabajo. La obra de Wells refleja la dialéctica amo-esclavo hegeliana a la perfección: los Eloi descienden de la burguesía, la cual se olvidó de la realidad y del trabajo, dedicándose exclusivamente al ocio y la frivolidad, perdiendo por completo su poder en detrimento de los Morlock, quienes, capaces de trabajar y producir, acaban por dominarlos.



Ya como conclusión y volviendo a la cuestión del Historicismo presentada al inicio de esta entrada cabe destacar la crítica que se percibe en la novela del propio Wells. Y es que nos damos cuenta con una lectura atenta de la misma que dicho autor está criticando duramente los preceptos historicistas que se mantenían en su época, tales como que la Historia de la Humanidad está destinada al progreso científico y técnico, que la burguesía es la clase que ha de dirigir a la sociedad, o los completamente contrarios emitidos por los seguidores del socialismo y de Karl Marx. Wells, pues, impregna La Máquina del Tiempo de una muestra de la peligrosidad que parte de la aceptación de una serie de leyes inexorables que rigen la historia humana y que no permiten a las propias personas cambiar su destino, pues les restan toda responsabilidad de acción y justifican cualquier suceso, sumiéndolos en ocasiones en el pleno conformismo.




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