Hace ya tiempo que no escribo nada aquí. Realmente lo hago porque estoy harto de dar opiniones vía Facebook que no hacen otra cosa que generar discusiones que siempre acaban en lo personal, y que terminan, la mayor parte de las veces, mosqueándome tremendamente. Me he jurado a mí mismo que no volvería a dar ninguna opinión en esa red social, así que me dispongo a hablar en este espacio que he dejado olvidado desde hace más de un año por diversas circunstancias.
Desde hace ese tiempo, más o menos, todos hemos visto como se han emitido gran cantidad de mensajes con respecto a la independencia de Cataluña. Unos para defender que ese suceso ha de realizarse, y otros para tratar de impedirlo abogando por la unión y unidad nacional.
Hasta aquí todos de acuerdo, espero. El problema surge a partir de ahora, atentos.
Si existe algo así como el derecho a ser completamente autónomo e independizarse por poseer una cultura y una lengua propias, Cataluña está en plena posesión del mismo. Es más, debería haberlo hecho hace mucho tiempo, así como Galicia y el País Vasco, haciendo que España se quedase reducido a un país realmente minúsculo, porque es un Estado de estados, multicultural y con diferentes identidades e idiomas. Hasta aquí perfecto, por supuesto. El problema más grave parte de lo anterior: Supongamos que realmente existe el derecho del que hablé antes, pero la mayoría de las personas no están a favor de la independencia, ¿qué hacemos? Aceptar lo que el pueblo quiera siempre y cuando seamos defensores de la democracia, claro. Parece que los políticos catalanes lo son, esperemos. Es sencillo, aunque yo tenga el derecho a recibir una paga por recoger residuos en la zona urbana, si yo no la reclamo no tengo porque recibirla. Con Cataluña pasa lo mismo: aunque yo tenga el derecho de emanciparme de papá (España), si los miembros que me componen (ciudadanos) no reclaman ese derecho, me quedo como estoy.
Ahora bien, ¿qué hacemos? Saludos.
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