jueves, 25 de agosto de 2016

Del conejo al macrocosmos

El conejo come raíces de plantas. Así, se alimenta y permite que no haya exceso de plantas y que con ello se agote el agua. Las plantas sirven para alimentar al conejo y también para llenar el entorno de oxígeno. El conejo sirve de alimento al zorro o al águila, que son útiles para las plantas porque no permiten que la población de esos roedores se dispare y consuma a las anteriores. Si falla una pieza, sea cual sea, falla todo. Si no hay agua las plantas no crecen y los animales no beben, y en el caso del conejo no comen. Si los conejos no comen se mueren y los zorros o las águilas no tienen nada que comer y, por tanto, también mueren.



Parece como si el afán o instinto de supervivencia de cada ente contribúyese a un macroinstinto que pertenecería al ecosistema en cuestión. Y, ¿si pasase esto en la totalidad del universo?, ¿existiría algo así como un instinto de supervivencia cósmico presente en todo cuerpo, independientemente de su complejidad, que pueda sustituir a cualquier ente divino externo o al logos que impregna todo el universo y que permita explicar todo fenómeno?

No hay comentarios:

Publicar un comentario