martes, 19 de julio de 2016

El zumbido del Congreso

Hoy se forman las Cortes en España, y todos los diputados tienen que jurar la Constitución mientras los encargados desde el estrado van diciendo sus nombres. Algunos únicamente juran, otros prometen cambiarla, y otros, sin comentarios. Decir que hacen el ridículo se queda corto, pero ¡allá ellos! 

Independientemente de lo que dijese cada uno, se escuchaba un murmullo de fondo, al que yo he puesto el nombre de zumbido. Mientras unos juraban y otros iban diciendo los nombres de los allí presentes para su posterior juramento, a los que no les tocaba hablar no se callaban, y contribuían en masa a ese sonido tan molesto, digno de una plaza de abastos o un campo de fútbol.

Algunos, los encargados de llamar a los diputados, estaban realizando un trabajo, más o menos importante, pero igualmente desempeñaban una labor necesaria para conocer quiénes juran la Constitución y quiénes no, y quiénes están ausentes y quiénes presentes. A los que les toca decir: "sí, juro" también les tocaba desempeñar un trabajo, el de presentarse como diputados que aceptan las normas del tablero, aunque luego, muchos, no sin razón, pretendan cambiarlas. Pero aun así, en esa cámara no se respetaba el turno de palabra de cada uno. El zumbido era constante, los murmullos no cesaban, y la poca seriedad de la cita brillaba radiantemente. 


Parece que el Congreso se ha convertido en un teatro, sino lo ha sido siempre, donde quienes actúan, buscan el aplauso de quienes escuchan y ven, y evitan el abucheo, aunque nunca serán capaces de agradar a todos. Así, cada uno decía lo suyo, mostraba su plumaje resplandeciente para encandilar a los espectadores. Que si juro en catalán, que si en vasco, que si en chino, que si hago el pino para reivindicar los derechos de los gimnastas. Y el murmullo del campo de fútbol y de la feria seguía. Ahí estaban todos. Señores y señoras formados hasta edades avanzadas, algunos que llevan muchos años en política, otros con varias carreras universitarias que son o han sido profesores. Muchos que han dado conferencias... Pero seguían sin respetar los turnos de palabra. Bueno no, respetaban los de los miembros de su partido, pero no de los demás.

Pues perdón porque sea yo el que lo diga, pero eso no es democracia ni es nada. Si estos 350 diputados no son capaces de respetar una cosa tan sencilla como el turno de palabra de cada uno, ¿cómo van a ser capaces de ponerse de acuerdo en algo?


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