lunes, 1 de febrero de 2016

Enseñadnos a ser felices, no matemáticas.



Después de todo, nadie se pregunta porque sufre ante una diversidad o se emociona demasiado ante una buena noticia. Quizá el origen de todo esto esté en nuestra infancia, y, muy posiblemente, la culpa no sea del todo nuestra. En la escuela nos enseñan a leer, escribir, sumar, restar, pintar, memorizar…, pero, ningún profesor se ha parado ante nosotros y nos ha dicho: “haz esto y serás feliz, o, al menos, estarás cerca de serlo”. Está claro que necesitamos habilidad, tiempo y ganas para dedicarnos a una tarea y sacarle partido de la mejor forma. Pero, también es cierto que si no se nos ha enseñado a afrontar cada cosa atendiendo a su gravedad y a aceptar la responsabilidad que la realización de cada una genera, difícilmente seremos capaces de gestionar tanto nuestros éxitos como nuestros fracasos. 



Y es que nos enseñan a hacer cosas mientras estamos vivos, pero no a vivir.

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